Soy el puto amo

Un encontronazo fortuito con su pasado. En un momento y sin que se diera cuenta, leve como un estertor de muerte, el flujo de palabras se quedo seco.
Todo le venía a la mente, de forma ordenada, ordenada por noches de analisis en la consulta de la almohada y el nórdico. Donde se fundía su corazón gelido.
Tocar solo un pedazo extendía la reacción a toda su memoria y repasaba las conclusiones como una pelicula a camara rápida.
Ahora la ocasión era real de nuevo. No era miedo, es remordimiento.
En la vida se da y se recibe, pero él habia recibido de verdad. Era un tipo con suerte. No esa suerte de los que ganan un premio, si no la de los que aunque nunca encuentren la puerta tienen la llave de la felicidad.
No es quien para juzgar las cosas y él bien sabe que su criterio esta alterado por sus trastornos. Pero para ser justo hay que usar el corazón. Y el suyo pesaba demasiado; la balanza estaba inclinada y no a su favor. Aunque hubieran retirado los cargos, la evidencia seguía ahí.
Era necesario, solo se aprende de los errores y no se arrepiente.. Pero el peso sigue ahí, capas de hielo seco sobre un corazón helado.
El frío es serio. El frío despierta, es un recordatorio constante de lo fragiles que somos.

Duda. La duda resquebraja su determinación.
No quiere hacer más daño.
Recibió lo que le dieron, lo disfrutó y solo él sabe ahora hasta que punto fue decisivo para alejarlo de su propia estupidez. Sin saber nada había recibido, en el mismo paquete, el problema y la solución.
No supo valorarlo. Quizas no fuera su culpa, pero si su responsabilidad. Y falló. Errores del pasado que debían ser así. Aunque no estuviera bien, debía ser asi.
Y ahora encuentra la forma de enmendarlo. De reabrir las heridas. De hacer daño de verdad y condenarse para siempre. Aunque fuera absuelto el verdadero juez es él mismo y no perdona.

Asi que en un intento ciego y crudo de su mente trastornada confiesa, que teme dar las
gracias